Cuán incuestionable se ha vuelto toda la medición y clasificación del mundo. Qué ficticias se sienten las formas lineales que delimitan nuestras fronteras. El mapa se ha utilizado históricamente como una herramienta de poder, para construir imaginarios de otredad y clasificar el suelo según sus riquezas extractivas, jerarquizando así el valor de la vida. Esta serie plantea la necesidad de devolverle un componente humano y corporal a nuestros imaginarios territoriales.

 

Las piezas, hechas a partir de la huella de persona latinoamericanas, fueron intervenidas, rotas, pulidas y quebradas, reflejando un acto violento que moldea el cuerpo hasta hacerlo parecer un mapa que no pertenece a ningún lugar, como cuestionamiento sobre las fronteras imaginarias asignadas en nuestros territorio.

Un acto de resistencia colonial.

 

A través de la ficción fotográfica, se sumergen en entornos naturales como si pudiesen simular los ríos, mares y cordilleras que dividen nuestras ciudades, países y continentes.

De alguna manera, todo mapa empieza en las orillas.